La carta que nunca llegó

Apreciado Toño: Conociendo tu inteligencia dispersa y esa astucia congénita que no te permite estar quieto, deseo contarte que en conversaciones sostenidas con el presidente de la Asociación Colombiana de Neurocirugía, en el marco del Simposio internacional de neurocirugía, acordamos hacerte un homenaje de reconocimiento por el trabajo de toda la vida y el liderazgo que ha impulsado el desarrollo de la Neurocirugía pediátrica en Colombia y Latinoamérica. Hace 10 días querías esconderme la diplopía que tenías; pretendías ocultarme el compromiso neurológico de tu enfermedad. Por eso, le he pedido a Feris que te lea la carta y anticipo tu respuesta: “Mi compa’e Rembe me está enterrando antes de tiempo… ¡Manda cáscara!”.

Tú bien sabes lo que pienso; a las personas hay que hacerles distinciones y reconocimientos cuando están vivos. Ya cuando se hayan ido, ¿para qué? Las palabras no tendrían tanto vuelo y no llegarían a su destino. El día de tu homenaje voy a hablar, y lo haré al estilo tuyo: espontáneo, sin pensar, y dejaré que la locuacidad inunde mi corazón y lo convierta en el motor del lenguaje. No te voy a despedir; los amigos como tú nunca se van del corazón; voy a contarles a tus pares cómo te vamos a recordar. Recordaré tu autenticidad caribeña y esa franqueza alegre que sin barreras conseguía amigos inmediatos. Sinceridad que no te permitía disimular ante lo que no te agradaba. Ausente de prudencia, ibas soltando todo, muchas veces sin medir la consecuencia de lo dicho. Pero, con esa nobleza propia de tu carácter, no tenías inconveniente en estrechar la mano de alguien con quien minutos antes habías discrepado.

Recordaremos al músico genial que con muchísimo talento y no tanta disciplina nos deleitaba en las reuniones sociales de nuestros eventos académicos. Muchos atardeceres agradables pasamos; el chiste y la anécdota oportuna o el comentario picante hacían inolvidables esas veladas caribeñas. Tú eres una caja de música; tengo presente cuando nos sorprendiste con la presentación de la banda folclórica infantil conformada por pequeños–grandes artistas que nos conmovieron con su pobreza, destreza y talento. Espejos del Caribe. Los niños son tu devoción y a ellos dedicaste tu trabajo. Cientos se vieron beneficiados de tu pericia y habilidad.

El compromiso, la seriedad y el afecto de la atención nacen solo cuando se tiene una verdadera vocación y, la tuya, compadre, hizo muchos milagros. ¿Recuerdas el caso de la biopsia endoscópica de tumor al lado de la basilar?… ¿esa angustia que no te dejaba dormir porque el diagnóstico no llegaba? La alegría contagiosa cuando el LCR encontraba el camino para que la cabeza del lactante no lo acomplejara. Tu obstinación por la endoscopia y la experticia adquirida. Toda una vida dedicada a la Neurocirugía pediátrica con los altibajos, alegrías y penas, propias del oficio.

Llamaré la atención por tu espíritu gremial y la lucha por conseguir para Colombia el Congreso latinoamericano. Alrededor tuyo hiciste un equipo ganador y, como te lo prometí, cumplí: fui a Cartagena a acompañarte en el evento. Ahora te toca pagarme las deudas; tienes que luchar contra esa enfermedad miserable de los últimos meses y aguantar. No vengas con esas bromas pesadas habituales tuyas, como que no vas a llegar al simposio donde te vamos a hacer el reconocimiento; te traigo a la Zuccaro para que el compromiso del cumplimiento no se debilite. Mira, no puedo hablarle a un amigo que no esté presente. Después de la ceremonia oficial dejamos la etiqueta gremial y nos vamos con nuestras esposas a gozarnos el Caribe que nos serena el espíritu. No me vayas a fallar.

28/02/2015: Me incumpliste. Cuánto te vamos a extrañar. Te mando un abrazo…