No sé cuántas veces hemos bailado “El Sincelejano”; hace parte de los compañeros gloriosos con los cuales hemos encanecido. Mi memoria de adolescente lo asocia con “Pello” Torres, el Club Montería y los amores platónicos. Los primeros pasos y también los inolvidables tropezones que hacían brincar a la cándida pareja. Amaneceres embriagados y desayunos estimulantes: la prodigiosa y sabanera fórmula. Nos permitía seguir la jarana, despejados, durante los días de perdurables fiestas. Sus notas alentadoras, “soy el rey de la sabana” nos autorizaba a creer que “dominábamos la parranda”.
Hoy “El Sincelejano” sonó apenado, tenía una cadencia triste. Su ritmo musical no invitaba a bailar; fue un chaparrón que nos encogió el alma. Con notas de añoranza permitió que los recuerdos dormidos despertaran melancólicos. Esta mañana, sus compañeros de orquesta, con lentes oscuros que pretendían esconder las lágrimas, lo entonaron para despedir al soñador y maestro Juancho Torres.
Juancho no permitió que el porro falleciera; mantuvo su pureza y le dio un toque mágico de elegancia con sus notas: lo glorificó. Se lo trajo de San Pelayo; tapa’o, y orgulloso lo paseó en todos los escenarios de Bogotá. Desde las casas de palma de Laguneta, palitia’o, llegó a los clubes y marcó con sello imborrable de alegría el inicio de la vida matrimonial de muchas parejas.
Para eso nació el porro y tuvo en Bogotá a un excelente conductor. Lo vistió de frac, cuidándolo con esmero; le pechichó para que su comportamiento siguiera las normas aventureras de Pablito Flórez, los patrones del folclor que inspiran a Miguel Emiro y el encanto reciente de Adriana Lucía. Con su partida, gritó desde el cielo Alejo; se va un pedazo de porro.
Recuerdo siempre sus prometedoras palabras al amanecer: “la próxima tanda es la nuestra… la de los porros”. “No se vaya”, exclamaba, “con esto amanecemos”.
Hoy el porro cambió; no nació “pa’bailá”. Las notas largas de La Lorenza las adelgazó la tristeza. La muerte transformó su esencia.
Hoy, compa Juancho: ¡el porro me hizo llorar!