En uno de los momentos más críticos de la inenarrable pandemia de Covid-19, y él sí que los conoce porque los ha analizado todos, un sabio médico me enseñó el extraordinario valor de una palabra que me parecía poco acertada para las adversas e inéditas circunstancias que afrontaban Colombia y el mundo. Remberto Burgos, uno de esos seres irrepetibles que enhorabuena aparecen en la vida cuando menos se esperan, me habló de cómo pasar del miedo a la longanimidad. Con su voz ronca y poderosa, dijo: “la longanimidad es el optimismo permanente ante todas las vicisitudes de la vida, y hay que adquirir esa coraza de perseverancia y constancia de ánimo para que seamos nuestros autocuidadores y el de los demás”. Inolvidable reflexión, válida para toda la eternidad.
Gratitud, doctor Burgos, por ser luz y fuente de conocimiento en medio de tanta oscuridad. Este árido tiempo, en el que prevalece lo irrelevante y fútil, necesita más coraje y esperanza como las que usted sabe transmitir a través de palabras y hechos que revelan la profunda coherencia de su cerebro único, pero sobre todo de su generoso corazón.